La crisis sanitaria del Covid-19 ha desequilibrado las operaciones de producción y distribución de los alimentos, así como mayor desigualdad en el acceso a ellos y otros bienes y servicios básicos. La brecha de género podría ampliarse en las problemáticas del hambre y la pobreza.

A consecuencia de la crisis sanitaria global por el Covid-19 se ha producido un importante desequilibrio en la disponibilidad y acceso a los alimentos y otros bienes y servicios básicos, un impacto negativo en el mercado laboral y una caída importante de los ingresos de la población.

Especialmente en países con brechas importantes de desigualdad, las mujeres son uno de los grupos más vulnerables a enfrentar no sólo una crisis sanitaria, sino también una económica o alimentaria.

En el documento Cómo evitar que la crisis del Covid-19 se transforme en una crisis alimentaria de la Cepal se puntualiza la necesidad de tomar acciones en conjunto para reducir el impacto de la pandemia en los niveles de población en situación de hambre o pobreza extrema. Si bien no es posible evitar el efecto negativo en las economías sí es posible implementar políticas enfocadas en grupos vulnerables y en la cooperación internacional para reforzar la seguridad alimentaria y el bienestar social.

De acuerdo con un análisis elaborado por la Cepal (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) en México la pobreza extrema podría incrementar de 3.8 a 6.0 puntos porcentuales, mientras que la pobreza se elevaría de 4.8 a 7.0 puntos.

Esta situación se profundiza para las mujeres que son mayoría en las ocupaciones más desprotegidas como el trabajo informal, el trabajo doméstico o directamente en los servicios de salud.

Seguridad alimentaria

El informe de la Cepal sobre los riesgos de una crisis de hambre se enfoca en las problemáticas principales que vulneran la seguridad alimentaria de la población, especialmente de los grupos vulnerables.

Por un lado, la pandemia ha impactado directamente en los procesos de producción y distribución de los alimentos debido a la implementación de normas sanitarias y mayores restricciones en el comercio internacional, situación que afecta de manera importante la disponibilidad de alimentos.

Otro de los factores que podría vulnerar la disponibilidad de alimentos es la saturación logística y de transporte derivada de las medidas sanitarias y el confinamiento.

Además de la oferta de alimentos, se pueden producir caídas en el ingreso de los hogares que modifiquen la nutrición de sus habitantes. Como producto de la crisis económica, que en México proyecta una caída de 6.5% del PIB, también se proyecta una baja general de en el nivel de percepciones monetarias de la población, lo que para las mujeres, indígenas y comunidades marginadas podría traducirse en una crisis alimentaria.

Fuente: https://www.eleconomista.com.mx/

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