Desafortunadamente, nuestro país, desde hace mucho tiempo, carece de una alimentación de calidad  y, más allá de eso, muchos hogares no tienen acceso a más de una comida al día. Con la crisis sanitaria mundial se ha desencadenado un  mayor problema en esta cuestión.

El aumento de desempleo y el endurecimiento en las condiciones de trabajo afectaron los ingresos de los mexicanos. Estas condiciones obligan a muchas familias a tomar decisiones que repercuten en la salud, en especial en los menos de dieciocho años. Estamos hablando de no consumir alimentos nutritivos como hortalizas y proteínas de alta calidad, alimentos que son muy importantes para el desarrollo de la niñez.

Sabemos que el acceso a una alimentación adecuada es un derecho, por esta razón, han surgido programas alimentarios que apoyan aquellos hogares en situaciones de alta vulnerabilidad a cubrir esta necesidad; además no sólo se encargan de proveer, sino también brindan consejos de una alimentación saludable y equilibrada.

Sin embargo la emergencia sanitaria mundial ha frenado significativamente muchas actividades. La Organización de las Naciones Unidas  para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Mundial del Comercio (OMC) han alertado sobre el riesgo que se ha derivado de la pandemia, y que, claro, afectará en mayor magnitud en cuestión alimentaria.

A pesar que desde que llevamos cerca de siete meses en confinamiento, se estima que esto no cese en los próximos meses y que las consecuencias perduren años.

 Sin escuela, sin alimentos.

El cierre de escuelas no sólo ha repercutido en la educación, sino también se han visto afectados los millones de niños que ahí tenían la posibilidad de consumir alimentos nutritivos diariamente.  Es por eso que los programas alimentarios no deben parar en nuestro país; se debe garantizar que las familias en condiciones de mayor pobreza tengan acceso a alimentos nutritivos y lo más frescos posible.

En  las localidades mexicanas  de menos de cien mil habitantes, aproximadamente, el quince por ciento de niños y niñas menores de cinco años padecen desnutrición crónica. Sumado a esto, a nivel nacional, el treinta y seis por ciento de los niños y niñas en edad escolar sufren obesidad y sobrepeso.

Entendamos que las crisis económicas previas a la pandemia nos han mostrado que, en países como el nuestro, las familias con mayor vulnerabilidad tienen se ven obligadas a consumir alimentos ultraprocesados porque son más baratos, pero que carecen de valor nutricional  y están elevados en grasas, azúcares y sal.

Garantizar una buena alimentación a temprana edad.

Por desgracia, en el contexto actual, México no cuenta con programa nacional consolidado y con los recursos suficientes para mitigar el impacto económico que la emergencia sanitaria tendrá en temas de nutrición y salud en los infantes.  Y esto es un gran riesgo porque las personas desnutridas tienen un sistema inmune más débil, lo que incrementa la posibilidad de adquirir COVID-19.

De ahí la importancia de de adoptar medidas estrategias para frenar la desnutrición y mitigar la propagación del Coronavirus; se busca que haya suficientes alimentos nutritivos y que sean distribuidos de manera equitativa para cubrir las necesidades básicas alimenticias de toda población, haciendo énfasis en la más vulnerable.  Además se pretende incentivar a una mayor difusión y apoyo de guías basada en estudios científicos acerca de la lactancia y la importancia de una alimentación adecuada en niñas y niños.

Asimismo, se recomienda a las instituciones privadas y públicas que fortalezcan algún programa nacional o estatal ya en operación y así garantizar mayor número de donaciones, tomando las medidas pertinentes para evitar los contagios. Porque, de acuerdo con Christian Skoof, representante de la UNICEF en México, el país tiene la capacidad de asegurar alimentación y nutrición a toda la población infantil y adolescente. “Juntos, y de manera coordinada, podemos contener y frenar el aumento de la vulnerabilidad alimentaria y la mala nutrición como consecuencia del COVID-19. El momento es ahora.  No dudemos en actuar.”

Fuentes: ONU, UNICEF 

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